Por Miguel Hernández. Arenas de San Pedro


Un siglo y un día después del centenario del nacimiento de Miguel

Domingo 31 de octubre de 2010
a las ocho de la tarde

en la Torre del Homenaje del Castillo de Arenas de San Pedro

RECITAL POÉTICO-ARTÍSTICO

GRUPO POÉTICA EN GREDOS

***

El grupo estará reunido en La Lobera de Gredos durante tres días
"... vivir es labor sencilla que nos hace mendicantes del minuto..."


MIS VERSOS, SIN TUS VERSOS, NO SON VERSOS

"Mis ojos, sin tus ojos, no son ojos..."
"Imagen de tu huella" (1934), M. Hernández

Mis versos, sin tus versos, no son versos
porque tú los hiciste transferibles
al amor de la hoguera de tu sangre,
entre el chusco de pan y la caricia.

Quemaste de las calles las aceras
de un Madrid que ignoraba tus embriones
y afloró la palabra de tus manos
cual zumo de limón resplandeciente.

Filtraste los zumbidos de un poema
a través del barrote y del candado
para ser de otros ojos el sonido
que abriría la cancela a otros talones.

Desnudos los claveles y los brazos,
no hubo agua de azahares que pudiera
apagar los fogones encendidos
en trincheras de luz el treinta y seis.

Mariposa en cadalso de camilla
que esparce del espino la hermosura
de tus ojos abiertos a la muerte:
tu inteligencia, tea inextinguible
prende lumbre, en candiles de blancura,
en el mil nueve... nicho de tu adiós.

A Miguel Hernández,
Laura Gómez Recas

9 comentarios:

  1. Laura,amiga, extraordinaria poesía la que le dedicas a Miguel Hernández, que él estará muy contento de saber que es recordado al mil nueve...nicho de tu adiós. Un fuerte abrazo, poeta.

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  2. Fernando. Te echo de menos. Me alegra que hayas sido el primero en leerlo. Y más me alegra que me lo comentes. Estoy preocupada con que no te guste lo que estoy publicando... Ya sabes... mi inseguridad.
    Éste es para Miguel. En endecasílabos. Blanco y, también, humilde. Me ruborizo porque es para él y hay mucha altura en él. Es una osadía.

    Besos enormes para uno de mis poetas favoritos.
    Laura

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  3. Laura, hacía tiempo que no te dejaba tarjeta de visita, a pesar de ser puntual visitante de tu rincón de luz. Hoy, aguardando el amanecer, me alimento de la claridad de tus versos al llorado poeta, y te mando un abrazo, junto a mi sincera felicitación.

    Si me fuera posible, me gustará estar el domingo en Arenas, en ese recital poético.

    Un abrazo.

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  4. No es una osadía, Laura. Es un reto del cual has salido digna y líricamente airosa. Miguel Hernández hubiera amado tus versos. Abrazos.

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  5. Un pouema para leer en voz alta. Bien estructurado y muy musical. Una dedicatoria estupenda para un momento muy triste de la historia de España.
    Un abrazo fuerte y que sigs disfrutando de la poesía.

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  6. Has convertido la osadía en poesía, Laura, son perfectos tus versos para rendir homenaje, ya está escrito: "y afloró la palabra de tus manos (...) que abriría la cancela a otros talones" ... et voilà. Bellísimo.

    Un beso.

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  7. Maravilloso homenaje a Miguel Hernández, muy emotivo.

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  8. ¡Qué preciosidad de homenaje! Esas cuarta y quinta estrofa son SUBLIMES.

    Como siempre, aunque me repita, es una auténtica delicia leerte.


    Un beso.

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  9. Os pido perdón por no contestaros a todos uno a uno.
    Llego ahora de este encuentro en el que las cosas toman un color distinto al de la vida cotidiana. Es algo difícil de expresar. El grupo que allí se reúne mantiene una convivencia muy intensa, llena de perfiles creadores y humanos excepcionales.
    El recital fue un éxito. En la Torre del Homenaje del Castillo de la Triste Condesa. Un lujo de escenario. Poesía, danza (un de los integrantes, Elías Morales, es bailarín de la Compañía de Antonio Gades), música (laúd, guitarra, flauta...) Fue una delicia y un homenaje especial, único y completo, como se merecía Miguel.
    Quiero dar las gracias a Ángeles Fernangómez que coordinó todo maravillosamente. Y hacerlas extensivas a todos los integrantes del grupo.

    A vosotros, os doy las gracias por ver en mi poema esa calidad que se merece Hernández. Lo leí con todo mi cariño y con una sonrisa.

    Es un homenaje feliz porque celebrábamos su cien cumpleaños y nos acompañó con su testimonio, Aurora, una mujer que le conoció personalmente cuando residía en una guardería para niños de la guerra a la que Miguel visitaba casi diariamente. Ella tenía 13 años y él 27. Fue impresionante mirarle a los ojos y saber que esos ojos le miraron a él.

    Laura

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