anidar en las paredes.
Vuelvo a ser, yo sola frente al mar,
un puñado de arena
penetrado de tiempo y de mentira.
Me disuelvo y, oscura, no soy nada.
Descienden las palabras,
me empantanan de muerte
y tiemblo
Olvida el mundo que estremece el alma y la aclimata a la soberbia y en el que la vanidad unge lo que somos piel adentro. Ven y desnúdate, relaja el músculo de la pose y mira hacia dentro, hacia el derroche de luz que alumbra la única verdad que te sostiene.
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