Insurrección



Entró de lleno en el agua.
Se sumergió entre la salpicadura fría del encuentro
y saludó a las ninfas verdes y a Plutarco
del que habitó páginas transparentes
en un tiempo lejano y desprendido.

El mundo acuático
acarició la piel de su memoria,
desterró de sus sienes
la obsesión por los nombres de las cosas
y por la siembra en su cuerpo de mujer.
En un instante profundizó en el agua
como una púa ardiente anaranjada
y creyó vivir más allá de la asfixia
y de la muerte, más allá del tránsito,
más allá del influjo ponzoñoso
de los monstruos que habitaban su ciudad.




Laura Gómez Recas
Fotografía: Jonathan Knowles