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Instituto Internacional C/ Miguel Ángel, 8 Lunes 17, a las 19 h. |
Olvida el mundo que estremece el alma y la aclimata a la soberbia y en el que la vanidad unge lo que somos piel adentro. Ven y desnúdate, relaja el músculo de la pose y mira hacia dentro, hacia el derroche de luz que alumbra la única verdad que te sostiene.
Luminosa andadura. Homenaje a Teodoro Rubio
Los delfines del destierro
En el siglo XVII, tuvo lugar el Pleito de los Delfines y Calderones. Los pescadores de la parroquia de Candás del concejo de Carreño, denunciaron a estas criaturas de la mar ante el obispo de Oviedo porque se comían la pesca y destrozaban las redes. El juicio se celebró en el mar. El abogado defensor alegó que ellos estaban allí desde mucho antes que los hombres, pero el fallo fue a favor de los candasinos y la sentencia se les leyó a los delfines. Éstos la acataron y desaparecieron para siempre.
Teodoro Rubio amaba Candás, a esta villa le unía su historia personal. Teo había dirigido unas colonias infantiles allí, lo había hecho en muchos otros lugares, pero Candás era un territorio de recuerdos especialmente hermosos para él. Por esa razón, decidió que era el lugar idóneo para llevar a cabo un proyecto muy deseado por él: unas jornadas culturales que se desarrollaran en torno a la poesía. Con la voluntad firme que le caracterizaba, en 2002 cumplió su sueño y, a primeros de septiembre, tuvo lugar el primer encuentro: Jornadas Literarias Mar adentro. Para Teo, estas jornadas pretendían ser un lugar de convivencia y de intercambio entre poetas contemporáneos del mar y de la tierra, como dijo él una vez; donde se pudiera rendir homenaje a escritores que dejaron “honda huella en nuestros corazones”, como Antonio Machado, Leopoldo Alas (que residió en Carreño), Rafael Alberti, Miguel Hernández…
Y levantado el sueño, éste perduró en el tiempo hasta que fue posible. Durante las Jornadas, Teo coordinaba a un nutrido grupo de Asturias y, a otro, llegado del resto de España. Cada año, se profundizaba en la poética de un poeta, ya fuera desaparecido o vivo. Éstos últimos eran invitados y participaban de la convivencia y de las actividades de las Jornadas, donde la música era un elemento, también fundamental. Ángel González, Carlos Murciano, Paca Aguirre, Luis Eduardo Aute, Aldo Méndez, José Luis Ferris, Juan Carlos Mestre, Juan Luis de Torres, incluso la poesía urbana del rap de Domingo Antonio Edjang Moreno, más conocido por El Chojín , son algunos de los que fueron protagonistas de estas Jornadas.
Teo, que era un gran aglutinador, un alma capaz de encontrar la concordia de forma natural, alimentó con su talante la convivencia de los participantes asturianos y de los llegados desde otros puntos del país. Y elaboró un discurso académico y serio para las Jornadas. De manera que el intercambio de ideas y conocimientos fuera enriquecedor para todos: para los invitados y para los asistentes. Había ponencias, conferencias, recitales… Un acto especialmente valioso era un recital, titulado “Salomas a la mar” que tenía lugar en el espigón del puerto pesquero. Saloma es un canto cadencioso que los marineros usan para acompasar el esfuerzo de todos durante la faena. Así, los poetas lanzaban sus salomas, sus poemas, hacia la mar fortaleciendo el ánimo grupal. Acompañados por los gaiteiros, en el Paseín, se instalaba un escenario en el que tenía lugar otro acto vespertino, donde la música acercaba a los candasinos y despertaba su interés. Los dos días, gracias también al Ayuntamiento de Candás, eran gratificantes y, por supuesto, un caldo de cultivo importante para lazos y relaciones futuras entre los participantes. Mar Adentro era un lugar de conocimiento, pero también de unión y diversidad.
Durante un fin de semana, la cordialidad y la cultura se hicieron protagonistas a la orilla del mar gracias a él. Y por eso, todos los que disfrutamos de ello, le estaremos eternamente agradecidos por los gratos recuerdos, por las risas, por la complicidad y por los caminos insospechados encontrados a través de la palabra.
“¡Palabra, qué grande eres, palabra!”
Ahora, “está de luto el mar. Los marineros / escriben epitafios / a estribor de las naves / con salomas de niebla”.
Hoy he comprendido que aquellos días de septiembre se llamaron Mar adentro porque quizás, adentrándose con los versos en el mar, Teo deseaba encontrar los delfines del destierro.
Laura Gómez Recas
Texto entrecomillado: Teodoro Rubio
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