Decía Gloria Fuertes, con acertada y profunda filosofía. “Todo
el mundo puede escribir versos y no ser poeta./Pero sólo el poeta puede no
escribirlos, y serlo”. En el caso de Laura
Gómez Recas estamos ante una poeta que lo es y además lo demuestra en sus
versos. Es Laura poeta audaz. Orfebre de
la palabra preciosa y precisa.
SE DUERME LA PRIMAVERA
Se duerme la primavera en mis zapatos
cuando la escarcha me calza de tesoros
que acicalan y ciñen
la inmóvil circunstancia.
La sequedad agrieta la sonrisa.
Un alcaudón lúcido atiborra
losribetes de mis labios
con corchetes que encierran el silencio.
Soy estatua de sal,
carámbano de humanidad vestido,
inquietud, por la quietud que albergo.
Hay en su quehacer
poético, en su poiesis (en el estricto sentido etimológico de la palabra que
algunos creadores parecen haber olvidado e incluso no haber aprendido
nunca),una cuidada selección del lenguaje, un bruñir lentamente cada palabra
escogida para ponerla al servicio de su visión poética del mundo. Un mundo
donde habitan la sensualidad, el ritmo, la cadencia, la belleza, y esa perfecta
corporeidad de las palabras que permite que fondo y forma coexistan en perfecta
comunión.
MÍSERA LÍNEA BLANCA
¡Y yo…
que dormía con la quietud de la sombra
sin percibir atmósferas de asfixia
sobre la caricia de mis sueños!
Las lunas se agolpan en la almohada
con la súplica quebrada del azul,
su mísera línea blanca atraviesa,
menguante,
la cara que oculto para no percibirme.
Y desisto. Empeño todas mis perlas
y salgo a las aceras de la noche
para ser algo más que reflejo de mí misma.
La noche tiene un turbante de pureza
que me adeuda
desde que exploré con pies descalzos
su tremedal inconsistente
y osciló todo mi cuerpo en el delirio.
Ahora, pretendo abrir la carne,
desasirme
del cenagal que engulle mis raíces,
del exterminio y de la tala.
En lo oscuro,
me pronuncio delante del espejo.
Hay en La huella de un
caz una clara voluntad de estilo que es marca indiscutible de la autora. Exige así un lector reposado y
consciente, un lector amigo de la sugerencia y el recoveco, dispuesto a
resolver el enigma que encierra cada verso, dispuesto a aceptar y comprender que
la realidad se transforma cuando se transmuta en material poético por obra y
gracia de la maestría del poeta y su artificio.
TIEMPO
Imagino en el viento la mudanza
que devasta mi vida
porque del aire sea la tristeza
y con él huya.
Tiempo,
agujas cabalgando
sobre una exactitud inevitable.
Tiempo,
nube que en cielo de azules
licua y disuelve
del amor esa parte más tierna.
En la lectura poética sólo estamos nosotros, los lectores.
Reconociéndonos, reencontrándonos, volando alto, y hundiéndonos después en las
profundidades de nuestro propio infierno.
DE LA IMPOTENCIA
Percibo el aliento de la urgencia,
tensa condición necesitada,
el hálito amargo de lo exacto.
Llego tarde a este funeral,
llego sin luto,
y no sé si llego por veneno,
por cadáver,
opor guadaña hambrienta
a la poda amante de lo amado.
Soy la tierra que ciega el hueco
donde el esqueleto del alma
toca fondo.
Porque cuando leemos buena poesía, poesía de la tríada
platónica, poesía de la verdad, de la bondad, de la belleza, no hay evasión
posible. No hay ficción, sólo vida, misterio, belleza, emoción, risa, llanto,
dolor, ira, deseo, nostalgia o armonía…Todo lo humano cabe en la hechura de un
verso. Y sin el poeta y su audacia, nada de esto sería posible.
Gracias Laura Gómez Recas, por tu audacia y por tu poesía.
Marisa Peña
Madrid, 26 de septiembre de 2014