
Para ella,
mi único dios y mi vergüenza.
Quisiera no existir,
no haber abierto la puerta del útero,
no ser pulmón que exhala y que contiene,
sino una nada y una ausencia de materia;
de la anchura del cosmos, intervalo;
nada humano, ser cosa sideral
atascada en el odre sin fin del universo.
Pero soy, veo, siento
y salí a la luz
por la rotura infame a la placenta.
no haber abierto la puerta del útero,
no ser pulmón que exhala y que contiene,
sino una nada y una ausencia de materia;
de la anchura del cosmos, intervalo;
nada humano, ser cosa sideral
atascada en el odre sin fin del universo.
Pero soy, veo, siento
y salí a la luz
por la rotura infame a la placenta.
Y
soy reflejo de su imagen, la de ella,
soy yo misma acribillada de miradas.
Soy yo, de pura vergüenza,
vertida a la desidia de mis brazos,
anclada en lo inmóvil de la pompa.
Odio la carne que reduce mi piel
a ser yo misma,
renuncio a mi parte del canal humano
de esta especie.
No hay dios.
Por mi culpa, grandísima culpa,
por mi silencio aplastado,
por la ausencia de los ánimos,
por la culpa atorada en mi cocina…
Yo te beso hoy, desde la imagen
al periódico ascendida…
santificada seas, mujer,
verdadera diosa de mi cielo,
puro altar de altar humano…
Creo en Ti, Todopoderosa,
Señora, Hija Única de la Tierra.
Laura Gómez Recas
Fotografía: Mujer enferma de cólera en Haiti.
En una acera, a pocos metros de un hospital.
Desnuda y sola. Invisible.
Ha sido portada de la edición de Madrid del diario "El País"