Existe un desconcierto en mi cuerpo,
abandonado a la inclemencia,
a la noche que vela el inconsciente,
al agua, de jabones escocida.
Me siento a la vera de la puerta
para verle llegar sin serme yo,
como si mi piel fuera de otra,
de mujer extraña,
o mujer no concebida.
Y sé de mi soledad cuando sus ojos
tienden una red de indiferencia.
Se inmovilizan los músculos, me anulo
en un mundo que suena muy despacio,
como si yo fuera, en mi ausencia,
un retazo, un no estar aquí;
¡no me toques!
un no sé volar y soy la pluma,
vértice de un hilo a punto de enhebrar;
¡no me toques!
un sendero virgen de pisadas,
el magma de mi vientre en la clausura.
¡Que no me toques!
Laura Gómez Recas
Verte desde fuera, descubrirte en la negación, o en la pena del otro... me ha encantado leerte. Un abrazo poeta.
ResponderEliminarQuerida Laura: has escrito un bellísimo poema que bien merece varias lecturas. Se las daré.
ResponderEliminarDe momento te mando mi felicitación por ese entramado intenso de imágenes poéticas que nos dejas del que destaco estos versos:
"un no sé volar y soy la pluma,
vértice de un hilo a punto de enhebrar..."
Felicidades!.
"Un no sé volar y soy la pluma" Muy bueno, Laura, sobretodo en la repetición de ese "estribillo" improvisado. Besos.
ResponderEliminarLaura, como siempre, precioso; pero éste, incluso, yo diría que magistral. ¡Qué bonito y qué profundo! Podría quedarme leyendo hasta el infinito en tiempo tu "vértice de un hilo a punto de enhebrar", que no me cansaría.
ResponderEliminarUn besazo y enhorabuena.
Nuestra piel nunca es nuestra, siempre es de otro, de alguien. Solo la certeza de otra piel, de otro dolor, de una herida… nos da la medida de lo no-nuestra que es. Haciéndonos este sentir mas extraños en nosotros mismos.
ResponderEliminarUn evocador poema. Un dialogo intimo, hasta que nos lo regalas, y nosotros agradecemos. Gracias Laura.