El jueves 28 de junio, todos los integrantes de la segunda temporada de POESÍA EN SIDECAR vivimos una noche especial.
El último recital del ciclo fue divertido, ingenioso y gratificante, en lo poético y, sobre todo en lo humano.
La poesía es un buen hilo conductor para vivir momentos inolvidables y hacernos sentir afortunados.
Mi gratitud a Rosa Jimena y a Manuel Martínez Carrasco por dejar que, hace casi un año, me subiera a este maravilloso medio de transporte que tan bien conducen.
Mi gratitud, también, a todos mis compañeros del ciclo: Ángeles Fernangómez, Enrique Fornies. Jesús Arroyo, Laura Caro, Leire Olmeda, Luis García, Luis Suárez, el Poeta Pijo, Luis Miguel Rodrigo, María García Zambrano y Marina Tapia, por su calidad literaria y humana. Entre ellos me he sentido acogida y afortunada.
Mi gratitud a Montserrat Morata, sidecarista pionera, recién llegada de París, que aportó una presentación del recital magnífica y su savoir faire innato e intransferible, por su amistad y su cercanía.
Mi gratitud a Montserrat Morata, sidecarista pionera, recién llegada de París, que aportó una presentación del recital magnífica y su savoir faire innato e intransferible, por su amistad y su cercanía.
Y, por último, mi gratitud, también, a Enrique Gracia Trinidad, cuyo epílogo reproduzco al final de esta entrada, inmenso. Es un orgullo y un placer compartir con él, siempre.
Laura Gómez Recas
El recital en siete vídeos de E. Gracia Trinidad.
Laura Caro, Manuel Martínez Carrasco, Leire Olmeda y Luis Suárez, el poeta pijo
Luis Miguel Rodrigo, María García Zambrano, Jesús Arroyo, Laura Gómez Recas y Ángeles Fernangómez
Marina Tapia, Enrique Fornies, Rosa Jimena y Luis García
Un poema de cada autor
Epílogo de Enrique Gracia Trinidad
Texto del epílogo:
Heme aquí ante vuesas mercedes determinado de cumplir una deuda de amistad ya que no de sangre, que tanto diera.
Place a este humilde casi-ciego ser la S y el clavo y poner llave a tan bizarra aventura poética, que sabe de amores, atrevimientos y porfías más que la abeja que se atrevió a picar al señor Cupido.
Según rezan letrados escribanos, ha sido aventura motorizada, que no parece otra cosa ese invento del demonio llamado sidecar en lengua hereje y que mejor entendiera yo por carromato, y aún más cristianamente por serón o albarda.
Sentaron plaza por segunda añada en el corral deste mesón de Libertad, con buena industria y unción desaforada, una trecena de ilustrísimos poetas, que hubieran sido 14 de haber estado listo otro plumífero que salió galgueando por las de Villadiego dejándolos a todos en ese número 13 de tan mal fario pero que en nada estorbó la mejor fortuna.
Así, estuvo como primera dama en letras la licenciada Laura de Caro, maestra de amiga y aún de escuela de mozos, natural de esta Villa y Corte, experta en lengua romance de Castilla
y en esa parla bárbara de la pérfida Albión que dicen britana.
Es mi señora Laura culta latiniparla sin afectación y sabe de lo que es amor y no bordar palabras. Se cuenta en el mentidero de los representantes que ocasiones hay en que desaparece y anda como en el aire de Madrid perdida. Aconsejan no se le moleste en tales ocasiones, porque ha ido a robarle besos a la luna. Se sospecha que puede ser incandescente y volar como un poema, (no lo digan sus señorías a los familiares del Santo Oficio por si le envían sus corchetes)
Anduvo a vueltas con ella, recitando a dúo, un reconocido físico, sangrador sin lanceta ni sanguijuela, que ejerce de remendón de cuerpos y apañador de pleitos en la muy noble y muy leal capital del Reino de Murcia, y otrosí en esta misma Villa cuando lances librescos o naguas de espuma lo convocan. Atiende el tan ilustre seguidor de Hipócrates al nombre de doctor Manuel Martínez y Carrasco, desconociéndose si es familiar del bachiller del Quijote, pero también acude solícito cuando le llaman amigo, compadre o compañero. Sábese dél que toca la vihuela y canta en los saraos, durmiendo luego hasta bien alzado el carro del padre sol, dando, por no ceder en sueño, razones para una siesta, aunque no la haya menester.
Pasó después una poeta joven pero no misacantana, pese a su buen nombre de monasterio del Reino de Navarra y apellido de bosque garcilaso: doña Leire de Olmeda, natural de Rivas del Jarama, que hoy se conoce como Vaciamadrid por ser campos de pan llevar para esta corte, según dijeran moros.
Es dama aguerrida que huye del chapizanco y los afeites; tan combativa que bien pudiera un día dar en galeras por el aquel de su afán comunero, pero a la que es menester tener en cuenta por la honra y la prez de sus versos y por la intención que en ellos cumple.
Sabe del Habeas Corpus y otras donosuras y es capaz de poner como testigo de su demanda de amor, a un buen jarro de cerveza.
Acompañola en su función el licenciado don Luis Ricardo de Suárez que nómbrase a sí mismo poeta pijo, que no pija de alcoholes o naderías.
Notorio paisano acomodado en esta Villa y Corte que bien pudiera codearse con Jacobo de Gratis, al que vuesas mercedes llaman Caballero de Gracia y aún hacer sombra al mismísimo Bernardino de Obregón, por sus hechuras de galán y sus prendas de caridad.
Provocador en letras sin descalabro y explicador de perlas, tiene cuerpo de jácara y oficio de letrado, sobre todo en la A, por ser primera letra de la gramática y dar en Ansia, Arrullo, Arrogancia, Aliento, y hasta Aguijón. No le faltan a su señoría dichos ajustes, que también caben en la faltriquera de sus versos.
Sumóse a estas jornadas otra maestra de las tantas que dan ahora los tiempos —cosa de encantamiento, cuando otrora no las daban— la eldense doña María de García y Zambrano, cuya diligencia es madre de su buenaventura. Sábese bachillera de lengua romance, diestra en enderezar literariamente a los rapazuelos más ceporros, y tal vez en cocinar gachamiga y fandango, extremo tal que falta de ser probado.
Esescriba de un dios, aunque lo mienta, y aparece en cancioneros como tocada de las musas, pese a que tampoco lo pregone.
Anda en boca de todos que su alcurnia es notable y sin tacha porque su espíritu tiene la altura de entender en cosas altas y convertir en lo mismo las que no lo fueran.
Fue pareja de jácara y entremés de doña María, maese Luis Miguel de Rodrigo, otro gato de abolengo, aventajado al parecer en trepanar sin daño los sesos de los dolientes de alferecía y otros locos y orates, profesión que, cuentan, es ahora de mucho uso y costumbre.
Es licenciado que hubiera obtenido múltiples prebendas de haber vivido en mi Siglo del Oro por el aquel de haber publicado pliegos sobre el trastorno de los ideales que, como vuesas mercedes saben, andábanse trastornados en los tiempos del rey Felipe, que dios Guarde.
Bien parece que ahora siguen igual de trastornados, según entiendo de los versos-diatriba, agudos como punta de lezna, que alumbra este poeta y doctor de la cabeza.
Subióse luego a aqueste tablado doña Laura de Gómez y Recas, licenciada por la vieja universidad de Cisneros, hoy desterrada en la Villa de Madrid. Fue su licencia en un asunto extraño que hogaño dicen periodismo y que aparenta ser arte de escribir en pliegos de cordel o hablar en púlpito de los dimes y diretes de la Corte, o de fútbol (quién sabrá que quisicosa es esa) y de cualesquiera de los lugares que en los mapas son.
Dicen de esta dama que es hembra de afamada sonrisa cortesana, que prodiga sin tacha, honrando tanto a reyes como a mendigos, y que sabe de utopías igual que aquel Tomás Moro que defendió a nuestra señora Catalina de las felonías de un monarca de Albión.
Cuentan así mismo que en la Cuesta de los ciegos, hizo justicia y caridad con un lacayo de color hermoso, que desapareció al poco como si se tratase de una de las tantas leyendas de esta Corte, y fuese y no hubo nada.
Junto a doña Laura, remedando al mismísimo Petrarca, llegó maese Jesús Arroyo, bien conocido de los habitantes de esta villa por su bonhomía sin cuartel y sus artes en amasar empanadas sin mosca. Se sospecha que vino de Torrejón de la Ribera, hoy Real Sitio de San Fernando de Henares, lugar de buenos tapices y de labranzas en tierras del Condado de Barajas, pero tiene hoy en Madrid mesa y mantel y recado de escribir.
Aguerrido y temerario, es capaz de afirmar en sus versos que quiere que le tiren a la hoguera... Atrevimiento pernicioso que puede hacer hogaño, que si lo hiciera antaño, ya estaría la Santa Inquisición regalándole con toca sin rezo, potro, garrucha o tea de alguacil. Sabe, como el afamado Alonso Quijano, que el año que es abundante en poesía suele serlo en la hambre,
pero él es remedio de muchos y de sí mismo y no ha de faltarle yantar mientras oficia en rimas.
Ocasión hubo en que doña María de los Angeles, por más gracia Fernangómez, aposentó sus versos en este corral del barrio de los chisperos. Y hubo de hacerlo sola, como si hubiese sido abandonada ante el altar, novia en desuso de sí misma y alentada por su propio fuego.
Fue única ocasión aquesta en que la albarda que llaman sidecar quedóse en los corrales, y cabalgó esta dama de tronío la templada condición de sí misma por calles y vericuetos.
Es cuento archisabido que vino de las montañas leonesas y sentó plaza de escribana en despacho de algún secretario de su Majestad, lo que no le impide conspirar en plazas y mesones, y levantar el ánimo de los súbditos frente a los guantes de ante que ocultan uñas y ladrones de privilegio en despensa a quien no se atreven los alguaciles.
Burlaría con el maestro Lope y su discípulo Gracia calculando que hubiera en la corte más poetas que candiles.
Llegada de las tierras del antiguo Virreinato del Perú, que llaman Chile, un país cerbatana como hay pocos, apareciose doña Marina de Tapia, hija de Valpo, la joya del Pacífico, por más nombre Valparaíso, que desde que tal dama se vino dejó de serlo porque se trajo con ella el Edén y abandonó su lar en Valle sólo sin paraíso.
Titiritera, artista de pinceles y poeta, es dama de alcurnia en plazas y corrales de comedias, y tanto diera en los salones del arcipreste o el rey si la llamasen. Sabido está que no habrán de convocarla fácilmente pues es noticia clara que andan los tiempos torpes y mal gobernados en estas Españas doloridas.
Diz de tal peregrina que vase buscando acomodo en la costa andaluza donde tal vez sus gracias fueran de más provecho que en la Corte en que medran más las alcahuetas, los barbilindos y los ganapanes de fortuna que los artistas ciertos como ella.
Acompañó a la titiritera el licenciado Enrique de Forniés, doctor en filosofías por la Universidad de la ciudad de los Santos Niños, Justo y Pastor. Afirma que nació de las palabras, pero sabido es (por más de un cronista de la Villa) que el dicho doctor es experto en silencios y amigo de aquello de que al buen callar llaman Sancho. Sólo un buen pichel de vino mulso lograra desatar su lengua.
Tan cumplido alumno como profesor, es capaz de alquilar su cabeza en unos versos, llamándola sincera, bien amueblada y emocionalmente sana.
Cuentan en el Mentidero de San Martín que hay más de uno y de dos que buscan alquilársela de tan gastadas como andan las cabezas en la Corte.
Dicen también, aunque es carta a la que falta el cristus, que en su sabiduría y buena andanza, sigue los consejos de Quevedo y para que todas las mujeres hermosas anden tras de él, se va él mismo andando delante dellas.
Remataron faena en esta santa posada de vino y verso doña Rosa Jimena y don Luis García, entrambos nobles ilustres de la Villa de Madrid.
Cuentan de doña Rosa que no desciende de la Jimena del Cid, aunque bien pudiera, y que es discreta de tono al estilo cervantino que nos recordara aquello de que no hay gracia donde no hay discreción, y anda ella sobrada de la una y de la otra;
Sábese en las covachuelas que si fuera menester una dueña cumplida para enderezar los entuertos de este siglo, habrían de contar con ella o abandonar el empeño. Delante de un buen vino de las bodegas de Rueda, es capaz de ablandar las ínfulas de un dominico por muy dómine cane que se tenga, y hacer entrar en razón, justicia y comedimiento al mismísimo Conde Duque, al impulso soberano que asesinó a Villamediana y hasta a su misma tocaya la Rosa de los Vientos que apuntara galerna.
De don Luis García, dícese que es un adelantado de la vida y su propósito, y que por donde pasa deja santo y seña y duelo de dueñas.
Ocupado en un su afamado mesón, alterna picheles y escudillas con buenos versos, como si de un renacido Baltasar de Alcázar se tratara.
De su memoria, que se aparece milagrosa por tamaño y forma, salen palabras de cualquiera siempre puestas en sazón, y de su propia faltriquera, versos barrocos a la moderna y nuevos a lo de siempre.
Notorio es verle sentar plaza entre seda tejida en tafetán de lustre, terciopelo veneciano, urdimbre de flor de loto, y lazo que en su tiempo envidiaran Lord Byron y el mismo Brummel.
Sus versos cantan con los borrachos, porque no queda más suicidio que vivir, y así lo sabe y lo pregona y firma.
No quisiera dejar este tablado de la farsa sin hacerme lengua de los encantos y buena andanza de la introductora Monserrat de Morata
que ha presentado estas jácaras poéticas, recientemente llegada de Francia, y donde cuentan que anduvo glosando a un escritor gabacho imitador de Ícaro pero en cuyo cartel de aposentamiento remedó a don Luis Mejía, el del Tenorio y dicen que escribió:
"puse un cartel en París
diciendo: Aquí hay una Montse
que vale lo menos dos.
Pasará aquí algunos meses,
y no trae más intereses
ni se aviene a más empresas,
que dar envidia a francesas,
y ligar a los franceses."
Y estas fueron las gracias y desgracias, entuertos y virtudes que hubieron en el mesón de Libertad las tardes de poesía en albarda...o en sidecar si gustan de la moderna jerigonza.
Aquí cumplieron y dieron magisterio poetas de pie derecho, con mejor arte y entendimiento del que suelen mentir otros poetas de 1ª tonsura; que tienen aquestos 13 laurel y pluma del mejor Homero.
Como me contaron sus prendas, así las concerté.
Ya que han sido amables con ellos, sean así mismo vuesas mercedes benevolentes con este pregonero, ciego por mala fortuna de leer versos malos en muchos libros —¡que así los descalabraran según se nacen!—, y que anda en este instante recuperando milagrosamente la vista por leer los buenos poemas de estos vates nombrados que ven en el corral de Libertad púlpito y acomodo.
A más de benevolentes, muéstrense generosos y paguen a este viejo un pichel de buen vino de Arganda o Cariñena.
Que miren que la honra del amo descubre la del criado y según eso, este humilde versificador que, como don Miguel, añora la gracia que no quiso darle el cielo, les ha servido hoy con cuanto esfuerzo supo.
Así que es menester que vuesas mercedes hagan alarde de buena cuna, que no es mejor la fama del juez riguroso que la del compasivo.
Queden sanos y premie el cielo con su largueza la que ustedes nos demuestren.
Y vale.
Enrique Gracia Trinidad
Se te quiere, Laura. Sois un grupo extraordinario
ResponderEliminarhe leído lo de Enrique, he visto algunos de los vídeos, os he visto en directo algunas veces, os conozco a la mayoría, es una idea magnífica y realizada con soltura y atrevimiento. Sois aire fresco. Una motocicleta en marcha, en compañía.
ResponderEliminarBuen verano, Laura.
Gracias a ti, por ser como eres y por escribir como escribes.
ResponderEliminarUn abrazo inmenso.
Gracias a ti mi niña, por haber traído tu poesía, tu alegría y esa forma tan cercana de entender el "sidecar" y hacerlo tuyo. Gracias por tu compañía y esa sonrisa tan sincera que contagia. Ha sido todo un privilegio tenerte a bordo.
ResponderEliminarUn abrazo y mi cariño siempre
¡Que pena!, me lo perdí. Me hubiese encantado estar con vosotros en este día.
ResponderEliminarUn abrazo enorme, Laura.
Querida Laura, he visto los videos y me han gustado mucho. Sólo que me he puesto un poco triste… este mes en todos los rincones donde se hacen tertulias literarias (poéticas en nuestro caso) se celebra una muy especial y para mi triste: la despedida hasta después de vacaciones. Todo el año asistiendo, emocionándonos, disfrutando de poesía y amistad… ¿qué hacer ahora sin todo esto? Me atropella la duda de si podre soportar tanto tiempo sin todos mis compañeros, sin mis amigos.
ResponderEliminarFelicidades para ti y todos tus compañeras/os desde Valencia y en mi nombre desde “Carpe Diem Colectivo de amistad y poesía. Feliz verano para todos.