Sólo queda la pálida voz
esa voz
que se desmorona en tristezas,
en el tic-tac de relojes moribundos
mecidos en cunas de niñez y arena.
Esa voz interna que nunca duerme,
que anida en leprosos bolsillos
fecundos de soledad,
y en esas ciegas noches
donde la luz perece,
se oye el bramido azul de su misterio.
Sus cantos de sirena
no hacen tumba en las peñas,
inútil es atarse a mástiles de cera
ni el mismo Ulises pudo
conjurarla en el cielo.
Y es así como esa voz nos sobrecoge
el día de nuestra boda con la tierra.
Cristina L. Rojo, julio 2012
Imagen: Volcán Chaitén, NASA
Imagen: Volcán Chaitén, NASA
Es precioso... y un gran detalle por tu parte. Un beso, Laura.
ResponderEliminarBueno, bueno!!!
ResponderEliminarLeer ésto hoy me emociona profundamente.. un beso, Laura.
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