FNAC Callao, 16 enero 2.013
La primera vez que tuve ocasión de hablar con Laura Gómez Recas de poeta a poeta fue en una tarde con campanas, encaramados a una azotea en compañía de nuestra común y generosa amiga Paloma Corrales, con motivo de la grabación de su programa de entrevistas Conversando con, que entonces comenzaba su andadura y es hoy un espacio cultural asentado y de referencia en este mundo nuestro donde hay de casi todo: escritores recién llegados, escritores a punto de llegar, escritores que nunca llegan del todo, escritores que por marcharse permanecen y buenos amigos con talento, que además de un abrazo te regalan un poema memorable.
Guardo muy buen recuerdo de aquel encuentro, y aunque grabaron primero mi entrevista y no pude quedarme a la suya, tuve ocasión de escucharla unos días más tarde, y me llamaron mucho la atención estas reflexiones, que como es habitual en ella, Laura escanció como al descuido, pero con intención:
En la poesía he encontrado un camino que he estado buscando toda mi vida…el lenguaje poético pone una veladura a la cotidianeidad… los silencios y las pausas son importantes, como en la música, porque la poesía tiene mucho de música…la poesía es decantar un pensamiento…hay poemas que me duelen cuando los vuelvo a leer. Y añade un corto y expresivo suspiro…ufff!!
Reflexiones, sobra decirlo, de escritora que busca ante todo acertar en su trabajo, sin precipitaciones que a nada conducen, lejos siempre del mareo que producen los halagos fáciles. Escribir poesía es, por encima de todo, una larga paciencia, una búsqueda llena de silencios, un permanente desafío para nombrar lo inefable. Escribir desde el filo, desconcertado y humilde; solo ahí, en soledad, nace algunas veces ese poema destinado a perdurar.
Periodista, buena comunicadora con larga experiencia en la radio, exigente y siempre crítica con su obra, Laura es persona afable y cercana, dispuesta a compartir cuanto tiene con los colegas. Se la ve con cierta frecuencia por recitales y tertulias, pertenece por méritos propios al núcleo duro de esa tropa de honestos y entusiastas poetas amigos, en continuo crecimiento, que atiende por el nombre de Poesía en Sidecar como marca registrada, y nunca dice no ante cualquier propuesta que le permita avanzar con soltura por ese camino que buscó hasta hace poco, y que ya transitará de por vida. .
¿Por qué no tienes un libro?...pregunta Paloma en la entrevista que antes mencionaba. Pregunta por otra parte habitual en esos soliloquios de madrugada, tan frecuentes en el escritor inédito, con la carpeta ya bien terciada de poemas, y medio folio con tres títulos posibles y el teléfono del colega que conoce a ese editor que está deseando fichar a un talento nuevo. Vamos con la respuesta de Laura:. Le tengo mucho respeto a la publicación. yo quiero editar bien, con un texto que sepa que va a llegar al lector…tengo una idea muy romántica de la edición.
He vivido, desde una respetuosa pero activa distancia, los avatares que han conducido finalmente a la publicación de Llámame azul, con el número siete en esta colección de Con versos, a la que deseo una larga andadura. Una breve pero rotunda presentación del siempre cercano Ángel Guinda ( “Laura Gómez Recas escribe como vive, y vive como si nunca hubiese de morir”, nos dice, ”escribe y vive contra la muerte en la realidad y la palabra, que es una realidad otra”), un prólogo de Marisa de la Peña, con acertadas valoraciones que orientan la lectura del recién llegado, cuatro capítulos y cuarenta y nueve poemas si no he contado mal, conforman esta primera entrega, que tiene para su autora una significación especial, pues irrumpe bajo el saludable amparo de un ISBN en el universo mágico de la palabra publicada, que es como decir al encuentro posible con ese lector que, sin saberlo, lleva mucho tiempo esperándola. Muy bien, Laura, por tu respeto a cuanto tiene de trascendente la publicación de un libro, cualquier libro. Todos merecen su tiempo de cochura, con frecuencia largo si de poesía se trata, y nadie más calificado que su autor para dar el banderazo de salida.
La nada a un lado, y tu todo al otro, resume Laura ya hacia el final de la entrevista, abriendo así una puerta a su poética, a su personal mirada creadora. La nada y sus límites, el poeta asido al madero salvador del verso, braceando en la intemperie con otros colegas a la vista, cada uno en el suyo y la costa siempre cerca y lejos. La palabra como redención. Preciosista, sensual muchas veces, de hondo aliento siempre, los poemas de Laura piden más de una lectura, para encontrar en todas un matiz nuevo.. Accesiblemente hermética y turbadora, como bien reflejan estos versos:
Soy estatua de sal,
carámbano de humanidad vestido
inquietud, por la quietud que albergo.
“Todo depende de la relación entre las palabras”, escribe John Berger, “Y la suma total de todas esas relaciones posibles depende de la manera en la que el escritor se relaciona con el lenguaje, no como vocabulario, no como sintaxis, ni siquiera como estructura, sino como un principio y una presencia”. La poesía de Laura transita ese territorio, que mucho tiene algunas veces de desierto de Gobi con un palmeral al fondo. Situar al poema fuera del alcance del tiempo, hacer del lenguaje un lugar de encuentro donde todo perdure, y el lector se reconozca.
Algo ha pasado en el mundo mientras yo no estaba, afirma. Y desde esa certeza comienza su viaje interior en busca de un indicio imposible que desentrañe ese misterio que a veces, pocas, cuando algo nos sacude y nos hace reaccionar llamamos vida. Ahora caigo inmensamente limpia, nos dice en otro verso, y más adelante Vivir es remansarse. ¿Vivir, querida Laura, es remansarse? Larga singladura la que tienes por delante, con este anticipo que ahora nos brindas y que saca al lector de los equívocos remansos cotidianos e inanes, enfrentándole a su otra verdad, que es la suya y la de todos.
De un afán inútil se ocupa la voluntad
y se deshace el alma como si un hilo
recorriera la distancia hacia la nada
nos dice en el prefacio del segundo capítulo, titulado con acierto De un afán inútil, donde encontrará el lector los poemas que mejor cuentan su inquietud existencial, entre los que destacan Sobre el límite de la nada, Esta agua que me cerca, y el poema dedicado a Miguel Ángel Yusta Mineral de alma sin demérito del resto. Encontrará el lector tres capítulos más, el intenso y breve Desde la sangre, el que da título al libro Llámame azul, con apenas cuatro poemas que vienen a confirmar que el poeta escribe en un límite de niebla, y el que lo cierra, Arquivoltas, centrado con intensidad en el sentimiento amoroso y sus deslumbramientos, como bien reconoce y se reconoce la autora cuando afirma: prendida estoy. Y casi estoy vencida / a rama de tu amor, casi hoja muerta. Y siempre la amapola como símbolo de cuanto de pasión pueda tener la vida. Pido a Laura que tenga a bien explicarnos el por qué del título, y hasta dónde el significado de esa omnipresente amapola recortada sobre el cielo azul.
De preciosismo, surrealismo y modernismo habla con acierto Marisa de la Peña en su perspicaz prólogo, que titula Voluntad de audacia, y al que añado con osadía el subtítulo entre paréntesis de Versos cabales.
Termino. Citaba antes a Miguel Ángel Yusta. Muchos conoceréis su espléndido poema Mi descapotable de juguete, cuyo primer verso dice De niño quería un gran descapotable blanco, que el poeta solo pudo conducir en sueños durante su infancia, y a cuyo volante imposible vuelve a sentarse cumplida su vida, cuando por la noche, confiesa, llego tarde a mi casa / solo en mi habitación, en la suave penumbra, y es donde allí se recoge buscando cobijo en el limpio y hermoso sueño de su infancia.
El descapotable blanco soñado desde niña por Laura Gómez Recas, sale ahora de fábrica, rutilante, recién matriculado, sin airbags, sin faros antiniebla y sin GPS. Pero tiene el depósito lleno, y se llama Poesía.
Mucha suerte, querida amiga, y feliz viaje.
RAFAEL SOLER
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