Paradoja








Dicen que la mentira tiene unas patas muy pequeñas. Pero no es cierto. La mentira navega libre sobre las aguas del arroyo con el jolgorio afín a sus riberas. Es rápida, sagaz y divertida y, entre los juncos, las hierbas y los musgos es capaz de perfilarse como portadora de una gran amistad, aunque lleve en la bodega de su nave una pestilente carga de rencor y vanidades.

La verdad, sin embargo, es muy austera. Es silenciosa, tímida y oscura. No osa alimentar curiosidades y, paradoja, es temerosa de no ser creída. Por eso avanza sobre el lecho del cauce entre los fangos, las truchas y los cantos. Y, por el verdín que cría el agua sobre ella, es de difíciles encuentros y capturas.

Es por eso que los mentirosos consiguen sus propósitos, engañan voluntades y ensucian cuanto tocan ante la atónita mirada de quienes alimentan la honestidad en su interior.


Laura Gómez Recas
Fotografía: Mayda Mason

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