Encerrados todos los suplicios,
los suspiros reinciden.
Son la llave
que abre en canal el universo
y dicta a sangre la sentencia.
Quiso el destino la insolencia,
maldecir,
llenarse de codicia,
enajenar el alma del que escucha
y arrasar el surco
regadío.
Quiso revolcarse por la gándara,
desasir el agua de la gleba
y dotar de hedor
a la espesura
de lo puro, lo blanco,
lo sencillo.
Laura Gómez Recas
No solo admiro tu poema sino también tu vocabulario. Espléndida, Laura.
ResponderEliminar¿Se podría llamar completo a un poema? Aquí está la prueba.
ResponderEliminarComo siempre en tu poesía: la sorpresa (surcos regadíos, abrir en canal el universo...). Pero siempre 'con sentido' ( y no digo con lógica, claro).
ResponderEliminarEnhorabuena.
Te noto un toque a estructura clásica, pero no acabo de encontrar la medida. Hay endecasílabos, pero luego varían. Volveré. Besos, me gusta mucho.
ResponderEliminarMaltrato con desdén al destino. Los planetas están a punto de alinearse contigo. Riqueza de vocbulario, de expresión y de sentimiento. Buen juego el de juntar dos nombres. Y yo creo que tiene mucho ritmo pero no hay intención de medida. Oído puro. Muy bueno, Laura.
ResponderEliminarSimplemente: Poesía en estado puro.
ResponderEliminarEntre y ante tanto "Docto", solo cabe decir... ritmo...trino...metáfora...bello...clarividente...POESÍA.
ResponderEliminarDenunciar y comprometerse es pura poesía cuando se hace así, como tú lo haces. Enhorabuena, POETA. y un abrazo, amiga.
ResponderEliminarQuiso el destino la insolencia,
ResponderEliminarmaldecir,
llenarse de codicia,
enajenar el alma del que escucha
y arrasar el surco.
Me quedo con estos versos, contundentes, bellísimos.
He entrado por fin a tu blog para quedarme.
Un abrazo
maría garcía zambrano