Reseña de La complejidad de Electra, de Llüisa Lladó

 


En Savari, reseño el poemario "La complejidad de Electra", de Llüisa Lladó, editado por Torremozas en 2020.

LA COMPLEJIDAD DE ELECTRA
Lluïsa Lladó

Ediciones Torremozas, 2020

Cubierta: Jesús Herrero


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Lluïsa Lladó nació en Palma de Mallorca en 1971. Es Técnico Superior de Diseño y Artes Plásticas y de Revestimientos y Pavimentos Cerámicos.

Finalista en el concurso de microrrelatos románticos Cachitos de Amor II (Acen, 2013); en el microcuento Fantàstics 2014 de Castellón y en el V Premio Internacional de Poesía en Segovia (2014), ha participado en la Antología Bilingüe de «San Diego Poetry Annual» 2016-2017, presente en las bibliotecas y las universidades del sur de California y en la Antología internacional «Poeta en Nueva York. Poetas de tierra y luna» (Karima Editora) en 2018, entre otras.

Ha publicado los poemarios: Azul-lejos (Parnass, 2013); El bosque turquesa (Torremozas, 2014); La marquesa de seda (Unaria Ediciones, 2015), El arca de Wislawa (Torremozas, 2017) y La complejidad de Electra (Torremozas, 2020).

Laura Gómez Recas


 

Reseña sobre "Zahoríes" por Daría Rolland Pérez


Reseña al poemario ZAHORÍES
por Daría Rolland Pérez

(Huerga y Fierro editores, S.L.U. 2020 Madrid, 2020, 105 p.)


Cuando hace unos días abrí la carta de la poeta madrileña Laura Gómez Recas, lo primero que me saltó a la vista fue la bella portada, el buen papel y la pulcra edición del libro que amablemente me enviaba. Instantes después, leí el algo extraño título del poemario: “Zahoríes”, palabra de nuestro viejo castellano influenciado por el árabe. Palabra atezada pues, que ya me hizo presentir la profundidad y la limpidez del manantial.
Y en efecto, una de las características de este poemario es no sólo su caudal poético, sino su manera casi arrolladora de fluir, por paradójico que esto sea, puesto que “Zahoríes” cuenta la sequía y la aridez que reinaron durante cuatro largos años debido a diversas circunstancias existenciales y sociales en la vida de la autora.
Se apagaron, una a una, las estrellas (p. 21)
Comenzábamos a saber de la lluvia,
cuando el argumento del cielo nos destruyó (p. 23)
A este período de aridez vivido con una indecible angustia y opresión, podríamos casi llamarlo “una estación en el infierno” ya que también se trata aquí, incluso si las circunstancias de Laura nada tienen que ver con las de Rimbaud, de una prodigiosa "autobiografía sicológica" (Verlaine) escrita con textos diamantinos que hieren con su brillo la – a veces – grotesca y sórdida realidad.
Una persona puede morir, tanto real como simbólicamente, por el hecho mismo de estar dentro de un sistema inadecuado. Gómez Recas sabe denunciar ese sistema que la asfixia y el libro es también, en grado sumo, un requisitorio contra nuestra dura sociedad y nuestra época aún injusta, violenta y obscurantista. “Zahoríes” es, como toda la buena literatura, un libro crítico. La poeta notifica constantemente su desencanto, su hastío y también una profunda tristeza, un sentimiento de vacuidad, un hartazgo hacia lo que la rodea. Sin embargo, a pesar de la desilusión y la desesperación proclamadas, los sentimientos no se exhiben, no se manifiestan de una manera narcisista o egoísta; sencillamente constatan lo que les ha tocado vivir, y levantan acta.
Ahora sé que el mundo
se abre fálico y absurdo. (p. 43)
Y , de pronto, fuimos sorprendidos por la vida
árida y seca como fuente angosta y olvidada (p. 52)
Camino entre la mediocridad engreída
y la oscura voluntad del esclavo” (p. 26)
Televisión, trabajo, cuentas rancias
y un camino roído de silencio. (p. 50)
Todo lo que se pone de relieve es profundo y sincero, sin gesticulación ni patetismo. Los materiales poéticos son depurados, limpiados de la escoria de la confidencia indiscreta por un excepcional esmero. Aunque hay momentos en que la voz poética se hace queda, íntima o absolutamente conmovedora como en este bello endecasílabo:
Tan dañada, quebrada y suplicante (p. 47)
que recuerda con su estremecida enumeración, la que hace Eriphile, un personaje femenino de la “Iphigénie” de Racine:
C’est peu d’être étrangère, inconnue et captive (Acte II, scène l)
En ambos versos aparece claramente el dolor femenino, ese dolor al que bien podríamos llamar el dolor por excelencia, porque es ancestral y universal, ese dolor que tan a menudo ha sido evidenciado por los grandes artistas compasivos. ¿Qué otra cosa es la ópera, por ejemplo, sino la puesta en escena de ese dolor? No es anodino que Laura Gómez Recas evoque con suma fuerza, comprensión y ternura, a las mujeres de su familia y a todas aquellas que las precedieron:
podría repetir mil veces el nombre de mi madre
y la boca cedería el paso al aire incandescente
del recuerdo (p. 28)
La sombra honesta de los años
acumulados por mi madre
y por la madre de mi madre
y por la que fue de mi padre
y por todas las madres que me precedieron
y que riegan con su sangre
el filamento púrpura de mis ojos. (p. 45)
Esta honestidad femenina a la que alude la poeta es precisamente la que construye el poemario. En ella, y en el inmenso amor brindado por esas mujeres cuyo recuerdo y mandato ético son indelebles, se apoyará la que fue niña amada y feliz, para salir de su quebranto, erguirse, y – minuciosamente, metódicamente, con las humildes herramientas que encuentra a su paso – ordenar los materiales y buscar como buen zahorí la veta de agua, el abundante manantial que sólo es dado encontrar a los tenaces, a los ardientes, a los sedientos de espíritu, ese manantial que calmará su sed y la devolverá a la vida y a la ansiada creatividad:
Hoy he vuelto a embadurnar
las llanuras inmensas de lo blanco
Despertaron ayer las mariposas
al fondo de un inhóspito pasillo (p. 73)
Y con un esfuerzo que roza el heroísmo, poco a poco resucitará la creadora y resucitará la creación:
Acaricio la piel que fue del aire
con un terso camino de latidos. (p. 87)
Quiero emprender caminos y alegrarme (p. 89)
Anunciaré la luz y su osadía (p. 98)
Resurrección y victoria contra lo opaco y lo maligno que la rodea, victoria contra aquellos o aquello que hacen cernirse sobre nosotros las metálicas, aullantes y glaciales amenazas que llegan a hacernos desesperar del hombre y de la vida:
Pero sólo oigo la confusa voz de la mentira,
el soliloquio del lobo en la nieve del hambre (p. 58)
el inaudible palpitar del niño sirio,
la sonata de los justos en las vallas (p. 58)
nos quieren muertos
y con ese odio han vaciado los estanques (p. 85)
pero hay humedad en nuestros ojos
y el cilantro acicala nuestras manos (p. 85)
somos ayer, mañana somos,
territorio somos, manantiales,
de la raíz, abono de la espiga
para salvar la vida y la palabra. (p. 85)
La lucha del espíritu es denodada, la afirmación es rotunda, la determinación heroica. La poeta sabe que no está sola, y clama en nombre de los “Zahoríes” que la vida no basta porque la vida sin la libertad, sin lo amoroso y lo espiritual, merece muy poco la pena. Y ansía sobre todo “la palabra”:
Desde el principio, la palabra fue el nutriente
para el hambre ancestral de la sequía. (p. 42)
Anhela encontrar una identidad digna de sus hondos sentimientos
Debo encontrar mi nombre entre los nombres de todas
las cosas. (p. 86)
El yo busca asidero, explora lo imaginario y se yergue contra la despersonalización provocada por lo baldío y lo inane, por el contacto con “la desidia y el cieno”. La persona, la mujer, la inspirada, quiere reconocerse y ser reconocida, volver a la dicha de la inocencia y de la infancia, sin regresión, con lucidez, sabiendo de donde viene, cuales son los principios que la han forjado y lo que quiere ser, cual es el legado que hay que salvar y cual es el legado que quiere transmitir:
Y así, mi nombre
será al fin voz de sangre abastecida. (p. 101)
“Voz”, dice Laura, una y otra vez, y de eso se trata, de convertirse en una voz poética de indudable esencia femenina. Voz que – como hemos modestamente intentado demostrar – es una voz de primer orden. Una voz que gracias a su incesante búsqueda de zahorí, ha sabido transformar en Destino una experiencia existencial que hubiera podido ser Fatalidad. Esa y no otra es la misión del arte.
Daría Rolland Pérez
24 de enero de 2022

Daría Rolland Pérez nace en el Valle del Tiétar (Ávila, 1945). Pasa su infancia y adolescencia en Madrid. Acompaña a su esposo francés en sus diversas misiones culturales en el extranjero (Jartum, Singapur, El Cairo, Valencia) y vive largo tiempo en París.

Es licenciada en Letras Hispánicas por la Universidad de la Sorbona, profesora, poeta y traductora.

En colaboración con Jean-Claude Rolland, ha convertido al francés a grandes poetas y narradores españoles contemporáneos. También ha contribuido como traductora a una obra pedagógica destinada al aprendizaje del francés.


Fotografía: ©Shiro Dani


Reseña de La luna en un cuenco de té, de Raúl Morales Góngora


En Savari reseño el libro de haikus La luna en un cuenco de té, de Raúl Morales Góngora.


Editorial Juglar, 2021

Colección Ayla nº 37

Ilustraciones: Sandra Gobet
Fotografía de las guardas: Yuri Yuhara



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Raúl Morales Góngora nació en San Luis de Potosí, México, estudió Ingeniería Metalúrgica, además de otros máster y diplomaturas. Tras jubilarse ingresó en la Universidad Iberoamericana de la ciudad de Guadalajara, Jalisco, y en La Escuela de Escritores (SOGEM). Desde el año 2007 reside entre México y 

España, país en el que está nacionalizado. 

Es autor de los libros: Memorias de una iguana (IPN, México, 1955), A la sombra de un mezquite (Lastura, 2015), Luisa, la española (Huerga y Fierro, 2016), La mansión de los ángeles (Huerga y Fierro, 2017) y El sendero de las mariposas (Font, 2017).

Reseña de "Poemas de agua", de José Antonio García-Blanco


En Savari reseño el libro Poemas de agua, de José Antonio García-Blanco, al mismo tiempo que dibujo una semblanza reivindicadora de su figura literaria.


Club Universitario de Valencia, 1957


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García-Blanco con el profesor E. Tierno Galván
José Antonio García-Blanco con el profesor
Enrique Tierno Galván
José Antonio García-Blanco Peinador (1929-2007) nace en Santiago de Compostela y, todavía niño, a punto de estallar la Guerra Civil, se traslada a Madrid con su familia. Finalizada la guerra, su familia se establecen definitivamente en Valencia. Estudia Derecho, participa mientras tanto en tertulias políticas y artísticas, y una vez acabada la carrera, inicia lo que él llama «su andadura»: viaja por toda la península y conoce de primera
mano la situación en que se encuentran los pueblos y ciudades, los hombres de la España de la posguerra. Finalmente, se ve obligado a marcharse del país y a desempeñar durante años los más variados trabajos en Francia, Alemania e Inglaterra. Viaja por toda Europa, el norte de África y Oriente Próximo, lo que le obliga a pasar largas temporadas alejado de casa. Esta vida, casi trashumante, 
no es obstáculo para que escriba sin descanso. 

Posee 13 libros de poesía publicados, gran parte de ellos, póstumamente.




Voix Vives 2021

VOIX VIVES 2021
Festival de Poesía de Toledo

Del 3 al 5 de septiembre


VOCES DE HUERGA Y FIERRO A ESCENA EN VOIX VIVES

Sábado 4 de septiembre, 19 h.
Plaza del Ayuntamiento



Voix Vives 2021
3, 4 y 5 de septiembre
Toledo (España)

Zahoríes. Un poema de La ruta del agua


Quiero emprender caminos y alegrarme,
elevar la piel sobre las dunas
que añoran el llanto de los ríos
y volver a ser, entre la sombra,
esa parte de luz que da la vida.

Ahora que la tierra ya no es fértil
y avanzan los desiertos execrables,
intentaré encontrarme con el agua
que nutre la templanza de los deltas
y atizar el rescoldo de los panes
que tembló en el zaguán de esta mi piel.

Quisiera ser de nuevo la semilla voraz
que al aire reta y en agua aumenta
y olvidarme después
y confundirme
entre las copas altas de los robles
y el hallazgo infantil de los arroyos
tapizados del verde
que el cristal de las aguas da a los barros.

Laura Gómez Recas
Zahoríes (Huerga y Fierro, 2020)

Fotografía: ShiroDani



Zahoríes en la Feria Virtual del Libro


                           
Presentamos

Zahoríes
(Huerga y Fierro Editores) 

en un espacio de la Feria Virtual del Libro.

Domingo 24 de enero
21,30 horas

 El espacio estará presentado y dirigido por Libertad Betancourt 









El arte es capaz de abrir grietas en la sequedad de un mundo decepcionante.
Es capaz de ir más allá para encontrar manantiales en donde beber.

Los creadores son zahoríes. 
Sus mentes abiertas, cultivadas e inquietas son mentes de zahorí.

Laura Gómez Recas


Reseña de "Pecado de omisión", de Mercedes G. Rojo


En Savari reseño el libro de poemas Pecado de omisión, de Mercedes G. Rojo.


Huerga y Fierro Editores, 2019



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Mercedes González Rojo, nacida en Astorga, es Diplomada en Magisterio por Ciencias Sociales. Ligada profesionalmente al mundo de la educación, animación y gestión y promoción cultural, ha escrito varios libros
como 
Vamos a jugar (2008), sobre juegos tradicionales, el poemario Días impares (2016) y los álbumes ilustrados La leyenda del gato maragato (2016) y La historia secreta de Pedro Mato, capitán de los maragatos (2018). 

Es coordinadora de la revista La Panera y articulista en varios medios de comunicación.

Un poema de Zahoríes


Nos quieren muertos
y con ese odio han vaciado los estanques
y han dentado al hambre
en el inmenso territorio del desierto.
Pero hay humedad en nuestros ojos
y el cilantro acicala nuestras manos
contra la meseta del olvido.

Somos ayer, mañana somos,
territorio somos, manantiales,
de la raíz, abono, de la espiga
para salvar la vida y la palabra,
la inteligencia, el brote de las yemas,
las manos cartográficas del abuelo,
el vino de la mesa del domingo,
los panes de la sílaba latina
y una vasta extensión de girasoles.

Laura Gómez Recas
Zahoríes, Huerga y Fierro, 2020
Imagen: Acuarela, Jaime Gómez Recas

Disponible en librerías, en Amazon y en Huerga y Fierro,
solicitándolo a la dirección de email: infoweb@huergayfierro.com


Reseña de Necesito una isla grande, de Rafael Soler


 En Savari reseño la novela Necesito una isla grande, de Rafael Soler.


Valencia, Ediciones Contrabando, 2019.


Enlace al texto, aquí





Rafael Soler nació en Valencia y reside en Madrid, donde ha trabajado como profesor titular en la Universidad Politécnica. Poeta y novelista, en los años ochenta tuvo una intensa producción literaria, que fue recibida como una de las más interesantes de la nueva literatura española, y que inició con la publicación en 1979 de su novela “El grito”, y el libro de poemas “Los sitios interiores” en

1980, a los que siguieron títulos como “El corazón del lobo”“El sueño de Torba” o “Barranco”, última de sus publicaciones en Cátedra en 1985, así como dos libros de relatos. Vino luego un largo silencio editorial, que decidió romper en 2009 con la publicación del libro de poemas “Maneras de volver”, al que siguió en 2011 “Las cartas que debía” y en 2012 “La vida en un puño”, antología publicada en Paraguay, y “Pie de página”, publicada también en 2012 por la Institución Alfons El Magnànim. En enero de 2014 publicó el libro de poemas “Ácido almíbar”, en octubre de 2016 “No eres nadie hasta que te disparan” y, en abril de 2018, la novela“El último gin-tonic”.

Ha participado en Festivales poéticos y encuentros celebrados en Europa, Hispanoamérica y Asia. Obra suya ha sido traducida y publicada en francés, inglés, italiano, húngaro y japonés.

Presentación de Zahoríes en Expoesía 2020. Soria



En esta primera presentación de Zahoríes, en Exposía 2020 de Soria, tengo el placer de compartir espacio con Juan Carlos Löpez Encinas y con Alfredo Piquer, amigo  compañero en tantos y tantos momentos literarios.

POESÍA MÍNIMA VITAL

En tiempos de sequía, los zahoríes seguimos buscando el agua, tan necesaria.

  

ZAHORÍES se puede adquirir 

Zahoríes, el libro






Han pasado seis años desde que publiqué mi último libro.  Incluso antes de aquello estábamos dedicados a la perseverante labor de la búsqueda del agua.

Hoy sabemos que el agua no huyó de forma definitiva, que existía bajo las arenas impías del desierto y que la sequedad podía ser vencida.  Hoy, bajo el sello de Huerga y Fierro, Zahoríes brota como brotan las aguas durante tiempo contenidas. Este es un libro que se forjó en tiempos terribles y, paradójicamente, aparece en un tiempo de incógnitas desmesuradas. 

Gracias a Charo Fierro y a Antonio J. Huerga, por su acogida y por su trabajo. Y gracias a vosotros, lectores, que estáis por llegar. ¡Ojalá, que gracias a él intuyáis los caminos del agua!


Laura Gómez Recas