No buscaré la altura en las fachadas de París,
no tentaré con hidras el estuco de los musgos,
no sobornaré más el secreto de la espiga
que pretende despuntar en el dorado...
Seguirá la combustión impoluta
en la bajura mediocre de la ausencia...
mi nombre,
sobre el límite de la nada.
Laura Gómez Recas
Ese nombre sobre el limite del tiemo.. con tus versos..
ResponderEliminarDelicados versos...
Un abrazo
Saludos fraternos..
Gracias, Adolfo... Sutil.
ResponderEliminarBesos.
Laura
Y sobre tu nombre... nada.
ResponderEliminarBesos.
Pues sí, Terly, seguramente, nada...
ResponderEliminarUn beso grande.
Laura
(¡Vaya, pues sobre mi nombre ahora hay un beso
para ti!)
Tus poemas transmiten sosiego, sensualidad, me gustan.
ResponderEliminarGracias por poner la convocatoria del viernes en los Diablos.
Abrazos!
Gio.
El límite de la nada... es únicamente una frontera más, cuando hay un algo, un nombre, que se resiste a esfumarse; y la ausencia es tan sólo un temor entre cortinas opacas, cuando hay un alguien que espera al otro lado. Y este beso, es un algo que le envío desde la frontera de esta red para que sepa que alguien al otro lado le responde. Más mi deseo de que tenga un feliz día; preciosas letras, preciosa foto (sospecho que usted misma, debe ser de igual modo)
ResponderEliminarGio, gracias por tu visita.
ResponderEliminarNo me des las gracias. Es un requisito el apoyar a la gente en la que creemos. Ojalá pueda ir...
Besos.
Laura
Elchiado, es un placer ver cómo se retiene un poema propio en otra retina.
ResponderEliminarEs cierto todo lo que dice sobre el límite y la ausencia. ´
Me alegro de que le haya gustado la fotografía.
Recibo el beso.
Laura
Esa gárgola está triste porque no puede volar a pesar de que está a punto de intentarlo, porque necesita una última acción liberadora, un último empujón que le permita acabar con esa ausencia. A veces nos falta, como a la gárgola, ese decisivo acto de voluntad para ser nosotros quien acabe con la ausencia y encontrar así a la persona que evocamos, alcanzar la paz que nos pide el corazón. Ojalá quede libre la gárgola y vuele sobre el espacio. Un beso.
ResponderEliminar"No buscaré..." (etc.) Creo, Laura, que la elección es sabia. Lo realmente imprescindible está en nosotros; buscarlo en lo exterior es seguir caminos equívocos o perversos. El límite de la nada, ¿no es el límite del infinito...?
ResponderEliminarNuevamente, un gran poema. Gracias por compartirlo.
Un abrazo.
A veces, Fernando, la inoperancia del vuelo transforma a la gárgola en simple espectador. Mejor ahí, en ese límite que luchar sin sentido.
ResponderEliminarUn abrazo,
Laura
Antonio, tu lectura no puede ser más positiva. Es otra cara del prisma. Ahora, tan válida como la que le di yo.
ResponderEliminarEste poema navega solo.
Gracias y un besazo
Laura
Ese límite no tiene bordes y permite que el poema se derrame, Laura, sobre el vértigo, sobre la calma de los versos, sobre la pupila del lector...
ResponderEliminarUn beso
Marian
¿Conformarnos como la gárgola a los límites que nos ponen nuestros ojos?
ResponderEliminarBuscar los tesoros ocultos, los misterios escondidos, no conformarnos con la nada, nos hace humanos.
Bellísimo tu poema y lleno de sugerentes imágenes para la reflexión.
Un abrazo.
¿Acaso existe ese límite? ¿Somos capaces de pararnos justo en el brocal de la nada? ¿O al final nos succiona el propio vértigo? Quizás, después de todo, la ausencia habite en nosotros mismos.
ResponderEliminar"Nombre: ¡qué puñal clavado
en medio de un pecho cándido
que sería nuestro siempre
si no fuese por su nombre!"
PEDRO SALINAS
Un beso
He visto mucha poesía respaldada con fotografías pero ésta me ha parecido de lo más acertada. La sensación de imposibilidad ante cualquier cambio en una gárgola es tristemente trasladable al lector. Genial, Laura... como siempre.
ResponderEliminarLa nada también tiene su nombre, sus letras no las vemos pero existen y suenan en otras cuerdas vocales
ResponderEliminartal vez de piedra o de carne antigua.
besos Laura.
Laura, lo breve si es bueno dos veces bueno...
ResponderEliminarQue maravilla de poema y que profundo lo que dices.
París, que preciosidad de ciudad, que luz... bonita foto.
Un abrazo
Marian, tu paso por aquí siempre es un placer... y un orgullo.
ResponderEliminarBesos.
Laura
Anabel, veo que no estás de acuerdo... Me parece bien. Lo que ocurre es que sobre el límite las cosas se ven de distinta manera. En el fondo, hasta puede ser un acto de generosidad el quedarse parado.
ResponderEliminarUn abrazo,
Laura
Noray, Salinas y el sutil sentido de lo estricto... Gracias por dudar del límite...
ResponderEliminarBesos.
Laura
Dana. Me alegra esa comparativa con la imagen. Es exacta la actitud de la gárgola. Diviso, contemplo, pero me mantengo al margen. Podría volar, pero me quedo en ese límite que yo mismo he marcado. Espectante... a la espera.
ResponderEliminarEs mi gárgola... la más hermosa.
Laura
¡¡Juanra!! Eres un poeta que vive en mayúsculas.
ResponderEliminarFeliz de verte aquí.
Laura
Palabra invisible... Me dije, lo leerá... porque no hay nada más invisible que un nombre sobre el límite de la nada.
ResponderEliminarMe alegro de que hagas visible tu palabra.
besos.
Laura
¡Qué maravillosa nada!...
ResponderEliminarOtro para ti
:o)
ResponderEliminarBravo Laura, bravo...Tu nombre, y esa nada, y esa profunda y meditada firmeza del no que se repite.¡qué suerte leerte, qué suerte conocerte,qué suerte compartir poesía !Un abrazo enorme
ResponderEliminarla piedra es ligera cuando sueña... y más en París)...besos
ResponderEliminarBusca, tienta, soborna, pretende y busca en el todo la reafirmación de tí misma...
ResponderEliminarBesos.
Mayusta
Hermoso poema.
ResponderEliminarUn abrazo.
Mi nombre sobre el límite de la nada. Bellísimo. Un abrazo
ResponderEliminarTodo un nombre contra un límite tan inescrutable desde aquí como irremediable.
ResponderEliminarNada menos.
Besos.
Estuve y me marché sin dejar comentario. Bonita foto. No sabía que decir
ResponderEliminarNo creo que la nada tenga límites. Vas bien viene hacia nosotros, inexorablemente. Sólo hay una forma de pararla. Esa que estás pensando.
Besitos
Marisa, la suerte es mía por contarte entre mis paredes...
ResponderEliminarBesos.
Laura
Sobre todo en París... quizás allí es donde más se echa de menos la gravedad... de la piedra.
ResponderEliminarUn beso.
Laura
Mayusta...¡bien, verte por aquí! Te haré caso. Es un buen consejo.
ResponderEliminarUn beso.
Laura
Gracias por tu lectura, Felipe. Admiro tu literatura... mucho.
ResponderEliminarAbrazos.
Laura
Hola, Milagros. El último tramo... el que permanece.
ResponderEliminarUn beso,
Laura
Ybris, sí... la identidad contra ese límite. La identidad es lo 'único' que nos hace 'únicos'.
ResponderEliminarUn abrazo y gracias por pasar.
Laura
Athena, quizás el dramatismo sea que nunca se sabe si viene, si la buscamos, si nos encuentra o si la hemos encontrado.
ResponderEliminarUn beso.
Laura
Paris nos hace eternos y desde sus muros y calles, a la nada solo esta la vida por medio.
ResponderEliminarUn Beso
Expectante sobre
ResponderEliminarel límite del
tiempo.
Bellos versos.
Un fuerte abrazo
Ese viaje hacia adentro es probablemente mucho más difícil... y a veces el más solitario. Un abrazo poeta.
ResponderEliminarEdu... seguro que has estado en París...
ResponderEliminar:o)
Besos.Laura
Gracias, Marisa. Esa es la palabra... expectante, como la gárgola.
ResponderEliminarUn abrazo,
Laura
E_lys_a, tienes razón. Visto como un viaje interior, el poema adquiere otro tono.
ResponderEliminarUn abrazo,
Laura
Que sepas que la Pilarica se ha vestido de gala para recibirnos, jejeje, pronto nos vemos y nos oimos.
ResponderEliminarUn besote.
Rocío
Hola, Rocío... sí, nos vemos y nos leemos.
ResponderEliminarBesos.
Laura
Palabras para una foto y una foto sin palabras..Jo..
ResponderEliminarUn beso.
:o)
ResponderEliminarHola, Carlos. ¿Te ha gustado? Supongo que la cámara y el retoque. La luz era apagada, gris y decidí exagerarla. Es bonita, ¿verdad? Me hubiera quedado allí con ella, mirando París con esa distancia tan pensativa y desdeñosa. Para siempre...
Un besazo.
Laura