Sentada frente a un auditorio que exhalaba cariño, como un rompecabezas, mis fuerzas se recomponían.
Hablar con los versos, escritos en la soledad del campo de entrenamiento de la vida, es una semifinal para el corazón.
En el piso de arriba, los televisores retransmitían el partido de fútbol entre España y Honduras. En el piso de abajo, mis palabras rodaban sobre el césped de la poesía.
En el piso de arriba, los televisores retransmitían el partido de fútbol entre España y Honduras. En el piso de abajo, mis palabras rodaban sobre el césped de la poesía.
Desde el córner de la mesa, centraba los versos para probar el remate de oídos expertos y atentos.
Por las bandas, subían los alientos, en el centro del campo, triangulaban las sonrisas y la defensa protegía los tres palos de la puerta para que no se escapara ni uno sólo de mis sonidos.
Se puede jugar con el esférico don de la palabra a taladrar las redes más hermosas, las que escuchan y se involucran en el pequeño mundo que expongo sobre un campo minado de sinceridades.
Mis verdades, como requisito, pitaron el final del encuentro.
Por las bandas, subían los alientos, en el centro del campo, triangulaban las sonrisas y la defensa protegía los tres palos de la puerta para que no se escapara ni uno sólo de mis sonidos.
Se puede jugar con el esférico don de la palabra a taladrar las redes más hermosas, las que escuchan y se involucran en el pequeño mundo que expongo sobre un campo minado de sinceridades.
Mis verdades, como requisito, pitaron el final del encuentro.
Creo que he ganado el partido a la hondura de esta primavera, enraizada en el invierno.
Gracias a todos los que jugasteis conmigo, a todos los que no pudisteis alinearos, a Teodoro Rubio, al Hogar de Ávila, a Covadonga Morales, a mi hija, a mi madre y a ti, que siempre estás a mi lado.
No hubiera podido marcar sin un equipo.
Gracias a todos los que jugasteis conmigo, a todos los que no pudisteis alinearos, a Teodoro Rubio, al Hogar de Ávila, a Covadonga Morales, a mi hija, a mi madre y a ti, que siempre estás a mi lado.
No hubiera podido marcar sin un equipo.
Laura Gómez Recas
Fotografía, de Santiago Tena
(ver enlace)
Nunca vi crónica mejor. Enhorabuena (por la crónica y por esa lectura que, sin duda, debió ser provechosa.)
ResponderEliminarUn abrazo.
Tú sí que eres genial, amiga y poeta. Tus poemas acallaron los lejanos rumores del estridente espectáculo del futbol y nos dejaste embebidos en tus palabras cercanas y expresadas con talento y corazón. Felicidades, Laura, poeta.
ResponderEliminarEn estos días del mundial de futbol, me ha resultado muy apropiada la forma que has elegido para tu crónica, todo un quiño a la actualidad.
ResponderEliminarEnhorabuena por poder disfrutar de esos encuentros.
Un abrazo.
Ha sido un partido emocionante. Gracias Laura por invitarme a la hondura del verso.
ResponderEliminarMaravillosa crónica !
ResponderEliminarsin duda brasil del 70 tus maravilloso versos, seguro que salió todo genial
ResponderEliminarun beso
Excelente crónica, aunque me hubiese encantado haber podido asistir en directo. ¡Ay, este Atlántico que nos separa!
ResponderEliminarUn beso.
un honor, laura
ResponderEliminarun beso
Laura, Lauraaaaa. Hermoso trabajo poético-periodístico.
ResponderEliminarHermosa crónica. Yo me pasé todo el rato mirando al corner (o cerrando los ojos para apretar bien dentro de mi tus palabras)
Besos y gracias.
Te ha quedado redonda la crónica, cual "esférico".
ResponderEliminarfelicidades por el éxito... que ya llevabas por delante. Besitos getafeños: PAQUITA
Felicidades, Laura, la goleada estaba asegurada.
ResponderEliminarUn beso.
No imaginas lo que sentí no poder estar allí, espero tener otra oportunidad.
ResponderEliminarUn beso, Laura.
Laura.¡¡Gracias!!!
ResponderEliminarUn comentario con reminiscencias futboleras al que das una capa poética.
Como no puedo asistir a tus veladas poéticas, me gustaría subieras algún video para disfrutar de tu misma mismidad en persona...jejej.
Un beso.