Del mar, toda la voz.
Del cielo, la palabra.
Sólo el corazón, del sentimiento.
Quisiera escribir esta noche
sobre el cieno y la vigilia,
sobre la rótula de Dios aplastando mis costillas,
todo el peso del abismo, abandonado sobre mí.
Eres tú, fuente de palabra,
la sangre,
el costado donde se abre mi herida.
La fractura en el cráneo de mi historia.
Es el sabor de tu boca, la saliva constante sobre el sexo,
la purga que traiciona el día séptimo
con un vómito imprevisto y derramado.
La sinceridad me abrió la puerta hacia lo oscuro
y él, allí, en su trono de nube y de relámpago,
contempla cómo penetro en el templo, invidente,
abriendo brechas en la yema de mis dedos
con el monstruo acechante en la cuneta
y un tropel de pléyades frisando la locura.
Quisiera escribir esta noche
sobre el camino enfangado.
A la siniestra, la impunidad
fornica con el alma que la enciende
y sella los resquicios de la luz,
A la diestra, el desdén con sorna instigadora
transcribe mi sonrisa hacia otras bocas,
lupanares que cuecen el dolor a brasa lenta
y licuan la densidad de nuestro sueño.
Mi muerte acecha este trayecto sin avance
y me apago velando tu horizonte sin la luna.
El grito es la única salida de la asfixia,
pero no hay voz que me sostenga la palabra.
sobre el cieno y la vigilia,
sobre la rótula de Dios aplastando mis costillas,
todo el peso del abismo, abandonado sobre mí.
Eres tú, fuente de palabra,
la sangre,
el costado donde se abre mi herida.
La fractura en el cráneo de mi historia.
Es el sabor de tu boca, la saliva constante sobre el sexo,
la purga que traiciona el día séptimo
con un vómito imprevisto y derramado.
La sinceridad me abrió la puerta hacia lo oscuro
y él, allí, en su trono de nube y de relámpago,
contempla cómo penetro en el templo, invidente,
abriendo brechas en la yema de mis dedos
con el monstruo acechante en la cuneta
y un tropel de pléyades frisando la locura.
Quisiera escribir esta noche
sobre el camino enfangado.
A la siniestra, la impunidad
fornica con el alma que la enciende
y sella los resquicios de la luz,
A la diestra, el desdén con sorna instigadora
transcribe mi sonrisa hacia otras bocas,
lupanares que cuecen el dolor a brasa lenta
y licuan la densidad de nuestro sueño.
Mi muerte acecha este trayecto sin avance
y me apago velando tu horizonte sin la luna.
El grito es la única salida de la asfixia,
pero no hay voz que me sostenga la palabra.
Laura Gómez Recas
Fotografía: "Mazal 1", de Brandan
No hay voz,
ResponderEliminarno tengo ya palabras,
sólo el silencio me queda.
¡Qué belleza de poema!
¡Cómo disfruto leyéndote!
Un beso
No hay voz que me sostenga la palabra...¡qué verso Laura!Me quedo con él.Es rotundo, pleno, bello.Gracias por tu palabra.
ResponderEliminarQuerida Laura: "del mar toda la voz, del cielo la palabra" ¿qué más se puede decir? A veces el dolor, ese dolor que lentamente nos abrasa e impide nuestro sueño pierde su densidad ante la palabra y cuando esta palabra es sincera se quiebra la ocuridad y nos llega de nuevo la luz. No conviene oscurecer con demasiadas metáforas las verdades esenciales de nuestro ser. Un cordial saludo.
ResponderEliminarAmiga Laura, tal vez éste sea el poema que más me haya gustado de los que he leido tuyos. Le encuentro que está realmente trabajado y está plagado de logradas imágenes. En fin, que lo he leido varias veces y aunque requiere su lectura de silencio y esfuerzo, ha valido mucho la pena.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Gracias, Noray. No te quedes sin voz, nunca.
ResponderEliminarBesos.
Laura
Sí, Marisa, es el apoyo del poema, la basa que le sostiene.
ResponderEliminarQuédatelo. Besos.
Laura
¡Ay, Fernando! Deduzco que no te ha gustado mucho el poema y, por eso, te agradezco más el comentario. Es sabio lo que dices y lo entiendo. Pero también, a veces, la metáfora o la palabra del verso nos sirven para identificar lo oscuro. Es como un exorcismo en el que la lucha es fiera con uno mismo. La palabra es agua bendita en este caso, pese a la crudeza que transmite. Porque ella, además de caricia, de luz, de alma, también es el arma con la que luchamos cuando toca.
ResponderEliminarUn beso (cordial). No te me enfades...
Laura
Gracias, José Antonio. A mí no me gusta especialmente... me tambaleo en lo prosáico, creo. Escribir así es como un medio, más que un destino. Pero me alegro de que a ti te guste. Me alegro mucho...
ResponderEliminarUn beso.
Laura
A veces giramos sobre el eje de la divinidad o de lo trascendente como modo de lanzar nuestros gritos a algo más denso que el vacío o el silencio.
ResponderEliminarLo malo es que los dioses no aportan más solución que la que nosotros mismos nos damos -liberación de la asfixia de la lágrima- con nuestro grito sin voz.
Besos.
Pus perdona que te contradiga, Laura, lo he vuelto a releer por si ayer hubiera pasado un etado catatónico sin darme cuenta y creo que es un gran poema. Tal vez lo que para ti sea un defecto, la aparente prosaicidad, yo lo considero, en este poema, un logro. En poemas cortos entiendo que no es necesario enlazar las estrofas, además se busca el impacto, pues todo queda concentrado, pero en poemas algo más largos, hay que intentar darle continuidad sonora y argumental, que no queden cortados a cuchillo y eso requiere algunos versos que sirvan de enlace y que en cada estrofa haya algún verso gancho, que guste seguir leyendo.
ResponderEliminarLa prueba del algodón es la lectura en voz alta y sabes que el algodón no engaña.
El cierre del poema es fantástico.
Nuevamente un abrazo.
Ybris, tu comentario es acertado. Sí, la respuesta está en nosotros mismos y dios es externo e interno. La totalidad de lo que somos, de ahí el desvarío sobre esa idea del desdoblamiento.
ResponderEliminarUn beso.
Laura
Sí, José Antonio. Y, en el fondo, estoy de acuerdo contigo porque me gusta leer este tipo de poemas largos de los que hablas en los que la continuidad argumental es tan importante. De hecho, hay poetas que escriben poemas sin forma de poema, como si se tratara de prosa. Incluso, en algún relato breve, a mí, me han dicho que hacía prosa poética o poema en lugar de prosa.
ResponderEliminarYo me refería a mi inseguridad. Pretendo ser rigurosa con lo que escribo y he tenido influencias clasicistas que me hacen dudar de la calidad cuando me desprendo de la métrica o de actitudes más tradicionales, aunque sea verso libre. "El verso libre no es libre", eso lo he oído decir en círculos importantes. De ahí, mis dudas. Pero me alegro de que te guste y de lo consideres 'considerable'.
Besos.
Laura
Buen poema. Como todos que escribes. Escribes muy bien. Un abrazo
ResponderEliminarEs espléndido el poema pese a ese negrura, esos toques de vaivén, de desesperanza, de buscar una luz que no llega y que imploras en unos ojos que no están. La luz...
ResponderEliminarYo me quedo con lo que dices porque lo dices tan bien, que no hace falta mirar puntos, ni comas, ni verso libre o no, porque se te va la vida buscando esos ojos y se te ve toda la sutileza al decirlo. Muy bello, Laura. Un placer leerte y sentir latir tus palabras. Te abrazo.
Retorcido el dolor sobre si mismo se convierte de tu mano una vez más en bello suspiro exhalado, guia para otras noches de vigilia.
ResponderEliminarGracias.
Gracias, Milagros. Tu visita siempre es una alegría.
ResponderEliminarBesos.
Laura
Azul, tu incondicional lectura me asombra. Gracias por ello. Pero bueno... yo intento desentramar el verso. Más allá de lo que dice, me interesa cómo lo dice.
ResponderEliminarUn beso y mil gracias por tus palabras.
Laura
Gracias, Ave. Un comentario precioso. Bello suspiro.
ResponderEliminarUn abrazo,
Laura
Es curioso: paso por aquí y me encuentro con este poema. Acabo de colgar uno sobre Dios, El mío, menor. El tuyo, mayor. Es curioso, ya digo.
ResponderEliminarBss.
Sí, es curioso, Jose. Hablemos de dios que es hora...
ResponderEliminarPor cierto, de menor, nada de nada. Tu poema resuelve la evidencia de la búsqueda con el humor y el dramatismo del final aporta la clave de ironía necesaria para dar solidez al poema. Me ha encantado. De modo que recomendamos a todo el que pase por aquí que se pase por "Tiempo a destiempo" http://yozuniga.blogspot.com/
Un beso.
Laura
Creo que es el primer poema largo que te leo y me has dejado gratísimamente sorprendida. Enlaza, crece, cuenta, duele, reflexiona, se agota, revive y se quedó prendido en mi fondo.
ResponderEliminarNo me queda más que felicitarte, poeta.
Besos
¡Vaya, Luisa! ¡Y yo que andaba dubitativa, indecisa, insegura!
ResponderEliminarMe encanta haberte prendido...
Un beso.
Laura
Laura, ya sabes que no suelo comentar porque las palabras hay que dejarlas al que sabe crear con ellas,y yo sólo balbuceo palabras.
ResponderEliminarEste poema es soberbio....supera mi capacidad de expresión...es un vómito de agria sublimidad...es licor de dioses...es feminidad exultante...
Un beso.
Gracias, Carlos.
ResponderEliminar¿Sabes? Me encanta que de vez en cuando dejes un comentario. En tu blog sólo hablas con tus fotos... bueno... eso es mucho más que hablar.
Me alegra que te guste el poema. Es de los que te gustan, como aquel de Dios para el que me prestaste tu foto.
Y gracias por tu comentario sobre el recital. Te echaré de menos.
Un beso.
Laura