Fotografía: Brandan
Llego con una deriva en los ojos
A Mariano José de Larra
en un Réquiem de Otoño
ante su tumba.
A ti...
De la muerte, un peso como de hojas
de este otoño que muere a tramos lentos
y da tregua a la caricia de la luz.
De la muerte, un incesante llanto,
De la muerte, un incesante llanto,
la inclemencia larga y desbocada
del grito que ahogaste en desamor.
De la muerte, toda la soledad,
ruido del hueso, cáliz oscuro
a la palabra nacida entre los labios,
yugo del tiempo que te encierra.
Llego con una deriva en los ojos
hacia el crujir absoluto del árbol
que no tarda en llorar hojas muertas
al encierro que de ti yo estoy llorando.
Te siento ese silencio entre costillas,
Te siento ese silencio entre costillas,
ese ser sin síntoma de vida,
ese entrar y salir como una nada
desde la pelvis al molde del cerebro.
Ya estoy aquí, ya somos dos
Ya estoy aquí, ya somos dos
por recibir el barrunto de la lluvia,
por disociar la memoria de lo seco.
Mientras vuelves,
Mientras vuelves,
yo sujetaré la tierra
embadurnada con las letras de tu nombre,
sostendré con las manos el mordisco,
arrancaré el pulmón al fondo estrecho
hasta ser línea de ti, reglón marchito
entre hojas que del ocre nos musitan.
Laura Gómez Recas
Fotografía: Brandan