Como desbrozo del sendero en el que avanzo,
he despegado con los dedos nebulosas
que desprendieron calor en el frontis de mi cuello
cuando tu boca anheló ser de mi carne el cuchillo
y tus dientes silenciaron la fiereza con caricias.
Ahora, la serpiente envuelve el tallo
que sostiene la fronda genital que nos domina
y tu voz se perpetúa, anida en verso,
contorsiona la piel con aspereza de canela
y sobrevuela, como ventisca,
hacia tu cuerpo expuesta mi llanura,
de eritema enferma bajo tu incandescencia;
pues en la grieta que abastece el rompeolas
se agolpan los pulsos de mi sangre
cuando tus ojos se desperdigan en mi pecho
y siento el verso como látigo perdido
en golpe de irritante adversidad.
Entre las ramas de tus brazos
se desvanece todo viento,
bajo tu peso me percibo hembra,
solitaria en la tierra que prometes,
única mujer, alimentando tu boca
desde el púlpito adherido a mi nave,
de carnal vigor desbaratada
por el roce viril de tu embestida.
Herida en el tránsito a la crujía
que mis manos adoran de ti,
me estrecho sin definir distancias,
inerte bajo tu beso.
Salvaje, tu dogma sostiene la mirada
y me esclaviza
con nudos en agua encadenados
sobre el alimento que me soy...
y que devoras.
Laura Gómez Recas
Imagen: "Desnudo", Clara Tengonoff¨
(Óleo sobre lienzo)